Es de vital importancia reconocer la “Dignidad Real” de la Santísima Virgen María, por ser la madre del Rey de los cielos y de la tierra. Cristo es esencia de la esencia de la Santísima Virgen, lo más íntimo de su interioridad. Asimismo, reconocerla por el lugar que ocupa en el plan de salvación, como colaboradora y medianera de las gracias divinas. Cristo es la cabeza del género humano y la Santísima Virgen es Madre de Cristo, corazón de la humanidad; consecuentemente, coronarla a Ella significa volver a brindarle al mundo una cabeza y un corazón, restaurando así el orden moral cristiano.
La Corona de María Stma. de la Esperanza es de oro.